domingo, 5 de febrero de 2012

Preparando las valijas para el 2015.

Cristina Kirchner piensa en ella. El propio interés. Del mismo modo que lo haría cualquiera otro político. Esto es el sistema capitalista y a nadie le importa nada en esta vida que no sea uno mismo. Subjetividades posmodernas. ¿Por qué Cristina Kirchner tendría que ser diferente? No es una marciana. No mira adelante ni al costado, se asoma al balcón y sólo ella está en el horizonte. Eso es todo. Todas sus decisiones avanzan en esa línea. El poder político y la conducción del Estado es irresistible.

Cristina pretende ser reelecta como presidenta en 2015. Esa parece ser la única manera
que se le ocurre de “salvar” el proyecto nacional y popular. Reformando la Constitución. 


Los sistemas políticos ultra-centralizados y personalistas son así. Se muere la cabeza y se pudre el cuerpo.

No debería haber ninguna urgencia en reformar la Constitución. Las instituciones funcionan bien en este país, no hay inconvenientes ahí. El problema es político y nada más que eso. No hay sucesión en el kirchnerismo. Eso es todo. Hay como un vacío, un precipicio que no se puede saltear sin que vaya la vida en el intento. No hay relevo. Por eso, como azote del destino, en 2015 vuelve la derecha. Scioli o Macri. No se puede vencer a a la derecha si no se tiene un candidato a la medida.

 
El estilo de construcción política kirchnerista (tan centralizado y cerrado en su blindada mesa chica y su enérgico vigoroso y musculoso estilo anti-deliberativo) fue bueno para gobernar este particular período de la Historia con mano dura y enérgica. Para recomponer el sistema político y su perdida representatividad en un momento de apocalíptica crisis orgánica y crack del capitalismo (2001). En esa línea, la experiencia kirchnerista tuvo un éxito notable. Recompuso la credibilidad del sistema político y representativo y reconstituyó la importancia del Estado y la práctica política como herramientas populares para modificar las cosas en una sociedad cruel e injusta y desigual como la argentina.


Pero es ese modo de hacer política y gobernar, su paradojal talón de Aquiles, su propio enterrador. No dejaron crecer a nadie alrededor de la Presidenta. Como una premeditada estrategia política de Estado más. Ningún cuadro de conducción de relevo.

En 2015, la derecha neoliberal vuelve al poder. No es su mérito, ni siquiera el agotamiento y la fatiga del modelo kirchnerista lo que conduce firme e inevitablemente a la derecha a ese lugar,
sino el suicidio de los propios kirchneristas. La derecha llegará para llevarse puesto todo y dejarlo en cero.