domingo, 5 de febrero de 2012

La derecha siempre gana.


El enfrentamiento entre Hugo Moyano (líder de la CGT) y la presidente Cristina Kirchner es muy difícil de aceptar. Los dos pierden mucho con esta contienda absurda, cuyo resultado previsible es el alejamiento del gremio de Camioneros (el sindicato más importante y decisivo de la Argentina) de la CGT, rompiendo su alianza estratégica con el gobierno y partiendo muy probablemente a formar parte de la avanzada de playa encargada de preparar el desembarco de Daniel Scioli en Olivos en 2015.

El gobierno va a tener muchos problemas. El bloque de poder (hasta aquí basado en la estrecha y sólida relación Gobierno-CGT) inevitablemente se va a debilitar. Una CGT mucho menos visible y con dirigentes de menor talla y carisma en la nueva conducción y con nula tradición callejera y de lucha, es lo que se ofrece. Una mengua notable del aliado principal del Gobierno. 

Desapercibida central de trabajadores. Sin peso alguno en la vida política del país. Protagonismo cero. Así muy probablemente será. Como el PJ. Un sello de goma.

La CGT de Moyano fue otra cosa. Más aguerrida y con un alto nivel de movilización y capacidad de presión. De algún modo fue una inquietante amenaza de confrontación con el poder económico y mediático. Un contrapeso necesario.

El único ganador acá es la derecha.

Pato rengo. Perdiendo aliados antes de empezar el partido. Como pajarraco agrandado por el resultado de las recientes elecciones y subestimando la situación. Distraído patito. Pobre lectura de la coyuntura y de la potencialidad siempre viva del enemigo.